Desde el 23 de abril y hasta el 16 de mayo de 2010 se presentó en Sala LAi la obra ganadora del concurso Un espacio en un espejo.
En 2009 el ganador fue Antonio Navarro, artista francés que ha querido escoger un conjunto de tres imágenes en las que se entremezclan varias historias.
Las tres fotografías nos recuerdan a momentos privados de nuestra vida, reflejan instantáneas propias del día a día de cada uno a través de unos pequeños muñecos, a modo de juguetes casi infantiles, que captan la esencia de tres momentos diferentes.
En una de las fotografías una familia pasea por un parque, en otra un niño pequeño se encuentra sólo en medio de un camino, también en un entorno vegetal, y en la última dos figuras se contraponen, una de espaldas al espectador, siendo todas las figuras de reducidas dimensiones.
Esta especie de mundo paralelo al nuestro, donde la coexistencia es un reflejo de nuestra monotonía diaria, tiene, sin embargo, un doble fondo.
Las imágenes nos enseñan algo de nosotros mismos, hacen partícipes a los propios espectadores y le sugieren atreverse a mirar y jugar con esta otra realidad paralela.
Los vivos colores de las fotografías, con árboles que nos indican que ha llegado el otoño a este pequeño mundo, ayudan a transmitir esa sensación de irrealidad y casi sueño que viven los personajes protagonistas. El acontecimiento que están viviendo los personajes es el principal foco de atención de las fotografías, estando en resto de la imagen desenfocada, emitiendo un halo casi onírico.
Son figuras sin rostro, anónimas, que parecen estar revelándonos que cada uno de nosotros podemos ser uno de ellos y que cada una de los personajes tiene algo de nosotros: vitalidad, juego, infancia, encuentro.
La disposición de las obras dentro de Sala LAi, como una ventana abierta hacia lo íntimo, ayuda a que el espectador que las observe pueda sentir de forma privada y autónoma su propia identificación con la obra. Cada uno de nosotros le daremos un significado distinto y único a lo que se refleja en las fotografías, siendo por eso la obra de Antonio Navarro un mundo casi perfecto, donde es el propio observante quien se encarga de completar ese “casi”, dejando una libertad personal al mundo perfecto de cada uno de nosotros.
El artista quiere devolvernos una parte perdida de nosotros: aquella vinculada al niño que fuimos, a la ingenuidad de las creaciones infantiles, a la libertad para imaginar y soñar otros mundos semejantes al nuestro.
Podemos afirmar que la muestra de Navarro es interesante no sólo por la propia técnica innovadora de las figuras y su mundo en pequeño tamaño, sino por la doble vertiente de su trabajo: la obra no termina en el taller ni en la propia fotografía, sino que requiere una participación emocional del espectador para darle significado; son igualmente protagonistas los personajes y el momento que se capta en la imagen como la aportación personal que el observante descubra.
Semírmamis González. Gijón, Abril 2010.
laimuseum FONDO DOCUMENTAL DE ARTE ACTUAL
[ + ] IMPRESO ARTÍSTICO