"Cuando hace años tuve la oportunidad de organizar la exposición "Procesos" para "La Factoria del Color" en Boston le pedí a Klauss van Damme que fuese el comisario y que me ayudase con la selección de los artistas y obras que iban a participar en la misma [ + ]
Entre todos los materiales recibidos me llamó mucho la atención la pintura abstracta de Rodrigo Martín. Siempre consideré la abstracción como una disciplina difícil en la que pocos son los capaces de alcanzar resultados notables. Hay dos vías para alcanzar esos resultados: La primera es la científica que, teniendo en cuenta las características de la percepción del ser humano y sus conexiones con la emotividad, nos lleva a construir la obra. La segunda es la intuitiva, que lleva al artista a crear basándose en lo que él/ella consideran inspiración. En realidad esta segunda vía se deriva inconscientemente de la primera en cuanto sólo se puede llegar a ese nivel aparentemente intuitivo a través del estudio de la observación de la obra de otros autores o de la misma naturaleza. No tengo claro cómo Rodrigo llegó a alcanzar su virtuosismo abstracto pero me atrevería a decir que es una mezcla de ambas vías, la científica o consciente y la intuiriva o inconsciente. En fin, todo esto para decir que la obra de Rodrigo Martín me emociona y me fascina, excita tanto mi corazón como mi creatividad y mis inquietudes artístico-científicas.
A partir de ese momento, y siempre sin dejar de lado la línea de trabajo y la imaginería que ha definido la obra de Coyote Painting Walls. comencé a pensar en esos trazos netos y potentes, monocromáticos si tenemos en cuenta la opinión de esos que consideran el negro como la ausencia de color. Trazos que combinaban precisamente el negro con ese rojo "arterial" del que emana la vida y pasión de Rodrigo.
Un par de años después de la inauguración de "Procesos" el mismo Klauss me pidió que preparase una exposición para presentarla en LAi en el 2015. En esos momentos estaba (estoy) embarcado en la investigación de las confluencias entre pintura y escultura, y tenía una idea bien definida para el Laboratorio de Arte íntimo. Por una serie de motivos la idea original fue transformándose, completándose, enriqueciéndose, pero sólo desde el punto de vista conceptual, sólo como proyecto, en cuanto me faltaba capacidad operativa para construir.
A la espera de completar esa última e importantísima fase y como parte de esa investigación de los límites entre pintura y escultura me puse a experimentar con materiales y herramientas, pintando sobre tela y con la mente en el recuerdo de la obra de Rodrigo Martín. El resultado es un trabajo de transición, una obra que yo considero como "no obra", como un boceto de algo que "va a ser pero todavía no es". De ahí el título de "NADA" como palabra que representa el paradigma de la imposibilidad de determinar, definir e incluso concebir el vacío. Un "NADA" en el que he intentado experimentar sólo con líneas, puntos, colores, texturas y formas, intentando dejar de lado, que no abandonar, el figurativismo del Coyote.
Iván Fernández González
Milán, Abril 2015