Llega el momento y se abre la puerta. Los asistentes entran para sentarse ante el escenario de la Acción sin saber que se convertirá en el espacio público más íntimo.
Una mujer, la actriz Mar Baranda, lee “Insultos al Público” de Peter Handke Gaspar; una luz color frío-cielogris-hospital ilumina la apariencia de un dormitorio. Un hombre pintado en un cuadro. El mismo hombre que vemos en la habitación despertándose, desayunando, hablando por teléfono, afeitándose, bebiendo, cantando, contando… y al final, mostrando la fotografía de un niño. El mismo hombre. Él.
José Francisco Caso del Corro presentó en Sala LAi “Cualquier Parecido con la Realidad es Pura Coincidencia” una instalación en la que se exhibía su autorretrato, óleo sobre lienzo, a tamaño natural. El artista desnudo, de pie, con una mirada estática y frontal. En el espacio expositivo, junto al lienzo, también había una cama, una mesita, un espejo… objetos recreando una habitación absolutamente impersonal.
CASO se refleja a sí mismo en un cuadro realista, un desnudo en donde la carne vive, y habla. Un autorretrato violento debido a su veracidad. Un autorretrato que amenaza al ojo que mira. El espectador se siente desarmado ante la situación de enfrentarse a un individuo que desde la soledad de la tela se muestra públicamente y se da.
¡Cuánta necesidad de comunicación en estos tiempos de pasar de puntillas sobre todo!. Esto es lo que el artista expresa en su lienzo.
Deberíamos despojarnos de los accesorios externos que utilizamos para pretender ser lo que creemos ser, y reconocernos en el vacío de la piel. En el ser humano. En el individuo que existe.
Y Caso lo hace en una obra en la que demuestra que es un pintor de luz, en la que existe esa mágica conexión que tienen algunos entre el ojo y la mano que crea un cosmos bidimensional, y una cabeza que vive en ambos mundos.
Una imagen presente en la Acción -autorretrato que el artista realizó en la sala. Otro autorretrato esta vez más carnal, que servía como conexión de Realidad/Apariencia. Así una mirada objetiva descansaba en el momento durante la acción en que los dos rostros, el de sangre y el de pigmento, se proyectaban a la vez sobre el espejo.
CASO, pintor y performer, artista al fin, mostró un arte que nace en el interior, atado a los sentimientos más profundos y primarios del ser humano, que revuelve dentro para sacar afuera con una destreza artística indudable.
Valiente. Se expone en público, ante el público, vacío y desnudo. Demuestra haber llegado a ese punto donde se sabe que lo único que nos sostiene en la vida es el Ser, lo existente bajo este traje de carne, y lanza lejos, de una patada, tanto aditamento externo que ha ocupado una maldita importancia en la sociedad.
Recuerdos, deseos, emociones contenidas en letras de canciones, el paso lento de los días, horas… todo lo que gira en el carrusel de pensamientos dentro de la cabeza. Realidad o apariencia, la lucha interna del individuo.
¿Todos sabemos lo pesadas que se ponen las madres a veces?
Debajo del silencio del público se adivinaba una tormenta de sensaciones, un revoltijo de momentos vividos, una inquietante perturbación de lo humano.
Ahí das, Kso, ahí aciertas y te cargas al patito de la barraca de feria.