Por un instante al mirarnos en el espejo advertimos que hemos perdido nuestra cualidad de seres verdaderos; ya no somos seres reales, tan solo podemos ver la reverberación de una imagen reflejada. El espejo deja de ser ese espacio que nos mostraba nuestro doble simétrico y nos proporcionaba definición. Nos percatamos, de este modo, de que los límites no son tan precisos como creíamos.
Las catalogaciones, etiquetas y definiciones establecidas no son suficientes, nuestra identidad se muestra como un concepto mucho más complejo. Pero resulta difícil escapar de las clasificaciones, y en algún caso, como en lo relativo a nuestra sexualidad, permanecen arraigadas a nuestro inconsciente como herencia de épocas pasadas, censurando otros tipos de identidades, sentenciándolas de anomalías dentro de lo que se conoce como normalidad o utilitario de la función heterosexual.
Aunque estas definiciones están formadas de modo autoritario e improcedente, nadie parece poder evitar este orden; si tus características son femeninas eres mujer y no hombre y viceversa. Parece que estemos cubriendo formularios continuamente, buscando respuestas a cuestiones que tal vez nos presenten, cuando en realidad lo que realmente buscamos son las excepciones, lo complejo, lo que escapa a estas categorías sociales impuestas.
Esta obra está precisamente basada en la ambigüedad de estos límites, que lejos de definirse, se tornan difusos al enfrentarnos a nuestra propia imagen reflejada. Por lo cual, llevamos a cabo un acercamiento a la sexualidad desde el concepto de la androginia, trazando una serie de estrategias para eliminar las definiciones que nos conducen a esta división de géneros.
Creamos una visión representada por objetos que sugieren la presencia de una entidad ambigua. Mostramos, a través de la ventana, un escaparate de lo que a simple vista sería una mercería convencional, pero mutamos la morfología humana a través de la ropa interior hacía un estado indeterminado, en el cual, lo femenino y lo masculino coexisten y no pueden delimitarse con facilidad. Utilizamos la ropa interior por ser un elemento del vestir vinculado directamente con la sexualidad y las partes del cuerpo que ocultan, que ha sufrido como ninguna otra la censura y delimitaciones de su género.
Esta intervención en este tipo de indumentaria es una estrategia para eliminar el conjunto de reglas que consideramos arbitrarias y que conforman un sistema de señalización social. Nuestro objetivo es desdibujar las categorías de hombre y mujer, y lo que consideramos femenino o masculino, para acercar al espectador hacía una sexualidad más amplia desde un punto de vista biológico, psicológico, cultural y social.